domingo, 13 de marzo de 2011

NO A LA INDIFERENCIA, TODOS SOMOS RESPONSABLES

En nuestra sociedad se percibe cada vez más ancha la franja que separa al trabajador de la actividad sindical. No es de extrañar, puesto que nos venimos enterando por la prensa de
hechos que, desde luego, echan por tierra la imagen del macrosindicalismo actual. Por otro lado, lo que acaba de rematarla es esta curiosa práctica que los trabajadores que estamos al pie del cañón percibimos: las cosas en el sindicalismo solamente parecen empezar a moverse cuando hay elecciones sindicales.
Como sindicalistas de base que somos, matizamos sobre las causas de esta supuesta apatía. Las millonarias subvenciones, el tráfico de poder, los chanchullos con pisos de protección oficial, la vital vinculación a partidos políticos, en fin, esto y más ha provocado que la opinión pública haya pasado a ver a algunos sindicatos como insípidos híbridos
desfigurados que están entre pinto y valdemoro. Es decir, dan la imagen de ser empresas privadas que chupan del bote de la administración pública para que los cuatro gatos que
mandan vivan bien aunque vendan un producto sindical de escasa calidad, puesto que tantos privilegios seguramente vienen a cambio de "no sé qué".
Por otro lado están los sindicalistas elegidos: es necesario tener en cuenta que, en esto del sindicalismo, no existen obligaciones legales: el que quiere trabajar, trabaja. Pero al que no lo quiere hacer, no se le puede obligar. No obstante, se le ha de seguir destinando horas sindicales, es decir, dinero público, hasta que se le termina la legislatura sindical.
Nada que ver con la bucólica imagen del sindicalismo de antaño, cuando los sindicatos, además de no disponer de "liberados" ni de los tejemanejes de ahora, disfrutaban en sus filas de sindicalistas que lo vivían con pasión y entrega..."hay hombres que luchan un día, y son buenos...".
Sobre la "movida" preelectoral, lo que parece causar la indiferencia del trabajador votante es percibir que, a la vez que a los funcionaros públicos del ICS nos vienen dando palos hasta en el carné de identidad, cada tres por cuatro somos testigos de que muchas de las barbaridades que estamos sufriendo en nuestra carne vienen acompañadas de la avenencia y/o del silencio y/o de la firma de grandes sindicatos.
Fuera los desatinos que de tiempos en tiempos leemos en la prensa, lo que más suele llegarnos sobre algunos sindicatos es que en periodo preelectoral casi imploran por obtener nuestro voto. Pero, visto lo visto, votar en ellos puede ocasionarnos un verdadero "efecto boomerang".
En el actual momento histórico que estamos viviendo, parece ser que la actividad sindical en manos equivocadas simplemente se ha transformado en un negocio que, a la vez que concede poder relativo y acceso al dinero público, consiente recrearse en la costosa cultura sindical del marasmo y de la connivencia. Y todo ello avalado por los políticos, cuyo principal fin puede que llanamente sea el de mantener el control.
Revertir y controlar esta tendencia está en nuestras manos. Es necesario no solo exigir más de los sindicatos (utilizando para ello los votos, las afiliaciones, la cultura de desaprobación de los malos hábitos, etc.), sino participar más, dedicando algo de uno mismo para el bien de todos.
Solamente obtendremos resultados transcendentes cuando asumamos que lo que nos está pasando a los trabajadores del ICS también es resultado de nuestra propia indolencia y permisividad. Aquel que pone su granito de arena cada vez que hace falta es quien está verdaderamente legitimado para la crítica. El que algo quiere, algo le cuesta...

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